martes, 21 de diciembre de 2010

Nieve

Cuando era pequeña adoraba la nieve, me pasaba el invierno esperando a que nevara, en vano, es muy raro ver nieve en mi ciudad de nacimiento, a lo sumo de ven montañas nevadas a lo lejos, y eso ya me dibujaba una sonrisa.
Recuerdo una gran neveda cuando tenía 11 años, cerraron los colegios y hasta pudimos hacer muñecos de nieve. mi única pena fue que el día de la nevada tendría que haber ido con mi clase a una granja escuela una semana. Obviamente la excursión se anuló y a cambio fuimos a la granja unos meses más tarde, pero sólo un par de dias.
Mi pasión por la nieve se mantuvo durante años, y aún hoy es el día en el que adoro ver nevar... calentita desde el sofá.
La nieve me parece la cosa más incómoda del mundo en la ciudad, enseguida se vuelve marrón negruzca y se derrite, con la sal que echan se te ponen los pantalones y los zapatos perdidos, se provocan auténticos caos de tráfico... Pero a los enanos les encanta y yo recuerdo cómo me gustaba a mí de pequeña y se me dibuja una sonrisa.
Este año en Bélgica hemos batido un record. llevamos 19 días de nieve en noviembre y diciembre, habría que remontarse a 1919, 1923 y 1925 para ver meses tan blancos y en esos años sólo se contabilizaron 16 días en total, y diciembre no ha terminado... Por lo menos las temperaturas son algo más clementes que las del año pasado, aunque no pasan de cero.
Maite ya está mejor y mañana vuelve al cole, espero que el próximo fin de semana siga habiendo nieve y pueda disfrutarla, su hermano ya estuvo jugando con el trineo el domingo pasado mientras ella se aburría en casa.
Aquí sólo hablan de que este año puede que tengamos una Navidad blanca, yo no veo qué importancia puede tener aparte de que mucha gente no pueda reunirse con sus familias a causa del mal tiempo. Debe de ser que yo nunca he tenido un día de Navidad con nieve... aunque Año Nuevo sí y nunca olvidaré el paseo por el bosque nevado que nos dimos esa mañana.

jueves, 16 de diciembre de 2010

La operación

Estoy en casa con M. El lunes fue la operación: vegetaciones, ámígdalas y drenajes transtimpánicos.
La verdad es que la operación fue rapidísima y se portó como una campeona. Lo habíamos preparado todo bien. Habíamos leído un libro sobre lo que pasa en el hospital y se lo habíamos explicado todo: pulserita, camisola, anestesia, entrada al quirófano... M. no lloró nada antes de la operación, pero lo del despertar tras la anestesia lo llevó peor.
Yo le regalé una muñeca, a la que ella bautizó Daría, que fue al hospital con ella. Daría tenía mosquitos en la tripa y por eso también la tenían que operar. El médico se portó genial y hasta pusieron a la muñeca una camisola, una pulserita y un gorrito y fueron juntas al quirófano.
M. tuvo que estar el día de la operación sin tomar nada, pero con los horarios belgas no fue nada difícil. Tenía que estar en el hospital a las siete de la mañana, llegaron antes y hasta tuvieron que esperar a que abrieran la puerta. Luego a esperar, a prepararse y en unos 20 minutos ya estaba lista, luego tocó esperar a que se despertara, fue la peor. X. oía llorar a un niño y pensaba que era M. pero no reconocía el llanto del todo (porque tenía la voz muy afónica tras la operación), hasta que en un momento no pudo más y salió de la habitación y vio como le traían a M. en brazos porque la pobre estaba muy inquieta y no había forma de calmarla. En cuanto M. sintió que su papá la tenía en brazos, a pesar de seguir dormida, se calmó. Luego llegó el momento de beber agua, tomar un poco de helado... y todo muy bien. Así que a las cuatro estábamos en casa.
Desde entonces estamos con jarabe antidolor cada tres o cuatro horas, antibióticos y gotas para los oidos. Poco a poco va comiendo más y parece que le duele menos, pero se me parte el corazón cada vez que llora. Las noches bastante bien. La primera noche durmió con nosotros, pero las otras dos ya se quedó en su cama.
Horas y horas de dibujos, juegos improvisados y mucha tele. Los días se hacen eternos, y ella no para de preguntar cuándo va a terminar el cole de O. Se porta fatal con su hermano, pero no puede vivir sin él.
O. por su parte lleva fatal lo de la operación de su hermana, está celoso de que su hermana pueda ver la tele tanto como quiera, que no tenga que ir al colegio, que pueda comer helado... Y M. se porta mal con él, le dice que no le necesita y que le deje en paz. O. que sólo quiere que su hermana no sufra lo pasa fatal con los comentarios de la pequeña.
Y mientras tanto los padres preocupados, esperemos que mañana esté mejor ya, aunque es cierto que día a día vamos viendo mejoría.